“No es el FMLN el que va a gobernar”, asegura Funes

Mauricio Funes subió de tono su intento por desmarcar  un posible gobierno suyo de una influencia excesiva del FMLN, luego de que la última medición electoral reflejó que más de la mitad de los encuestados creen que no sería capaz de ejercer con independencia respecto de la cúpula del partido.

Ricardo Vaquerano
cartas@elfaro.net
P ublicada el 06 de noviembre – 09: 15 P.M. – Elecciones 2009

Mauricio Funes intentó este miércoles vencer las suspicacias y el escepticismo de un grupo de empresarios, quienes le cuestionaban si es seguro que, en caso de ganar la elección del 15 de marzo de 2009, sea él quien gobierne, y no su partido, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

El miércoles 5 de noviembre,  invitado por la Cámara Estadounidense de Comercio de El Salvador (Amcham), el candidato presidencial expuso algunas de sus ideas de gobierno y al final se enfrentó a las interrogantes del auditorio, que le pidió que precisara si una eventual administración suya se parecería a la del presidente venezolano Hugo Chávez o si el gabinete de gobierno estaría integrado por militancia del partido de izquierda.

Ante la primera ráfaga de preguntas, Funes se acercó al micrófono, dedicó una leve sonrisa al público y dijo: “Dicho y hecho”. Y el público le respondió con risas. Hacía alusión al supuesto montaje de campañas destinadas a hacer creer que un gobierno suyo haría cambios radicales que generarían gran inestabilidad, algo que acababa de descartar en su exposición.

Una de las preguntas de la primera tanda era si una posible administración Funes se adheriría a la asociación Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), que Chávez impulsa en contraposición al Alca estadounidense. Y otra aludía directamente a Chávez. “¿Comparte la visión antinorteamericana del comandante Hugo Chávez?” Esta última levantó un suave rumor y cuchicheos entre la audiencia. Una audiencia que compartía mesas con algunos de los Amigos de Mauricio y con un dirigente efemelenista, el diputado Roberto Lorenzana, jefe de campaña.

La pregunta sobre el afán antiestadounidense de Chávez parecía lógica en una actividad convocada por una organización empresarial que, entre sus principales objetivos, incluye velar por los intereses de los negocios privados estadounidenses en El Salvador. En ese entorno Funes pronunció las tres palabritas que sacaron risas a los invitados, socios y no socios de Amcham.

Aunque ya transcurrían casi dos horas desde el inicio de la reunión, todos estaban atentos a lo que dijera el invitado y nadie se movía de su asiento. Las tandas subsiguientes de preguntas acabaron de perfilar el tipo de inquietudes que flotaban en el ambiente: “He escuchado al señor Sánchez Cerén hablar todo lo contrario a lo que usted presenta. ¿Gobernará usted o permitirá que sus colaboradores aporten sus ideas un poco retrógradas?”, leyó la directora ejecutiva de Amcham, Carmen Aída Muñoz. Otra persona pedía que explicara qué garantía de gobernabilidad ofrecía, dadas las diferencias entre él y “la comisión política del FMLN”. Una más inquiría si el gabinete lo iba a formar con personas provenientes del sector privado o del partido.

Ante esta última interrogante, Funes salió con otra respuesta que de nuevo sacó risas. “Ahorita a quien tengo tras de mí es al señor Arias.” Obviamente no se refería al diputado efemelenista Salvador Arias -a quien el candidato presidencial prácticamente ha logrado marginar de la próxima bancada legislativa-, sino a Armando Arias, presidente de la Amcham.

Con ese preámbulo, el candidato pareció relajarse y comenzó a sincerarse. “Yo sé que existen este tipo de aprensiones, y celebro que salgan en estos foros porque es importante”, comenzó. Luego esbozó una especie de manual de conducta que se comprometía a cumplir en caso de que los salvadoreños le den el triunfo el 15 de marzo.

Lo primero que dijo fue que para él sería prioritario preservar una buena relación con Washington, y si eso pasa por sacrificar los anhelos de algunos dirigentes efemelenistas de unirse al Alba, pues se sacrificarán. “No podemos suscribir un bloque regional que pongan en riesgo esa relación. Si el Alba pone en riesgo esa relación, no nos suscribimos”, manifestó. Estas declaraciones van en sentido contratio a lo expresado por la  diputada centroamericana Nidia Díaz, quien hace unos meses aseguró que su partido favorecía la incorporación de El Salvador al eje Chávez.

Las razones que expuso Funes como justificantes de su escala de prioridades fueron la gran población salvadoreña residiendo en Estados Unidos, la dolarización de la economía, el tratado de libre comercio con esa nación y que gran parte de las exportaciones salvadoreñas tienen como mercado Estados Unidos. “Yo lo que he dicho es que nosotros lo que necesitamos es reforzar nuestra alianza con los Estados Unidos (…)  necesitamos construir una relación de confianza, pero también de respeto, entre el gobierno de El Salvador y el gobierno de los  Estados Unidos.”

Y esa visión es la que destacó como primaria cuando respondió si comparte la visión antinorteamericana de Chávez. Manifestarse en contra de Washington al estilo del presidente suramericano no estará en su caja de herramientas para las relaciones exteriores, subrayó. “Si quien formuló esta pregunta se refiere a si comparto esta visión antiamericana en el sentido de tener una confrontación verbal con el gobierno de Estados Unidos, y particularmente con la administración Bush, no, no comparto esta visión, ni pienso tenerla”.

El salón del hotel capitalino seguía íntegro mientras el candidato se enfrentaba a otras interrogantes, que los interesados habían hecho llegar a la directora ejecutiva por medio de unos papelitos. Entonces llegó el turno de la pregunta sobre quién gobernará: ¿Funes o Sánchez Cerén? ¿Funes o la Comisión Política del FMLN?

Y en este punto, el ex periodista repitió lo que ya dijo hace unas semanas, después de que el coordinador general del FMLN, Medardo González, declaró en una entrevista con El Faro, que su partido sigue pensando en el retorno del colón, en contraste con los anuncios del candidato, en cuanto a que no se desdolarizará la economía. “Yo soy el candidato del FMLN”, pronunció, con una lenta cadencia. “Soy candidato del FMLN, pero al ganar la elección, es el candidato el que se convierte en presidente de la República… no es el FMLN el que va a gobernar.”

En ese punto nadie cuchicheaba nada. Todo mundo estaba atento a la explicación que Funes estaba elaborando, en su intento de desactivar los recelos. “Los ciudadanos no eligen partidos, eligen candidatos”, agregó.

Estas declaraciones tuvieron lugar una semana después de que el Centro de Investigación de la Opinión Pública Salvadoreña (CIOPS) hiciera pública su última encuesta en la que se recoge que el  51% de encuestados cree que el candidato de izquierda no podría organizar un gobierno en el que no intervenga la cúpula del FMLN.

A escasos metros de la tarima donde Funes respondía preguntas,  escuchaban Gerardo Cáceres y Álex Segovia, del movimiento Amigos de Mauricio, y Roberto Lorenzana. También Armando Arias y Carmen Aída Muñoz, de Amcham.

Las palabras de Funes acerca de la prevalencia del presidente sobre el partido político o sobre el interés de quienes esperan poder influir en sus decisiones, parecen tener el asentimiento del politólogo español Manuel Alcántara, quien hace dos semanas dijo a El Faro que se equivocan quienes piensan que por poner un candidato van a tener la sartén por el mango. “La política comparada nos indica que esto nunca sucede”, sentenció.

El candidato, sin embargo, no la tendrá fácil. Al menos para la directora ejecutiva de Amcham subsisten dudas que ni las palabras contundentes de Funes sobre quién gobernará pudieron diluir. “Ahí alguien preguntó cómo sería esa relación con la Comisión Política del partido”, señaló Carmen Aída Muñoz, horas después de terminada la reunión. Y esa duda no se desactivó, a pesar de las promesas de Funes. “Hubo una respuesta ambigua”, dijo, y añadió como factor de incertidumbre el hecho de que el candidato a vicepresidente por el FMLN, Salvador Sánchez Cerén, apenas si tiene algún protagonismo en la campaña electoral. “¿Por qué el candidato a vicepresidente no hace apariciones públicas?”, cuestionó.

Lo que diga o deje de decir Sánchez Cerén es importante porque lo perciben como la voz del partido, y el partido aún siembra muchas dudas. “Cualquier extremo es malo”, agregó la directora ejecutiva, rehusándose a explicar qué extremos o posiciones radicales temen que puedan surgir.

Funes encabeza ahora un partido que por primera vez en cuatro contiendas electorales marcha adelante en las encuestas. Un partido que después de la tercera derrota consecutiva en elecciones presidenciales, en 2004, comenzó a moderar su discurso hasta el punto de coincidir ahora, en muchos puntos, con los postulados básicos que enarbola en su propia campaña el partido Arena. Uno de ellos, el respeto a los tratados de libre comercio que El Salvador ha suscrito con varias naciones. Otro, respetar la dolarización. Y además, el FMLN está rompiendo paradigmas internos, como el mismo hecho de que sea Funes su candidato, a quien hace cinco años el partido descartó como potencial aspirante presidencial, básicamente porque no les garantizaba hacer lo que el partido quería.

Ahora, al jefe de campaña Roberto Lorenzana no parece incomodarle demasiado que Funes anuncie que si él gana la presidencia para el quinquenio 2009-2014, no será el partido el que gobierne. “Mire, nosotros coincidimos en el sentido de que no debe ser condición indispensable para que una persona pueda formar un equipo de gobierno, un gabinete, que tenga membresía en el FMLN, y yo creo que él se refiere a eso.”

Luego  recalcó que el candidato lleva un programa de gobierno que aprobó el partido en su convención de agosto pasado. Y si aún queda alguna duda, Lorenzana se fue a revisar la cita del candidato: “Puede ser que la frase haya estado malograda, puede ser. Tal vez lo que él quiere decir es que no habrá un gobierno de partido”, interpretó.

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